El comercio de proximidad es uno de los elementos que forman la identidad del lugar en el que vivimos. Son nuestras tiendas, nos conocen, mueven la economía y lo cierto es que acostumbran a vender mucho más producto local que las grandes superficies. Por ello debemos protegerlo. ¿Cómo? La única manera es comprando en él. Solo así podemos evitar convertirnos en una copia de una gran ciudad llena de franquicias. Ahora bien, esas tiendas que nos diferencian deben dar un paso más. Tienen que actualizarse y reconciliarse con el cliente que hoy ha cambiado su forma de comprar. Las pymes deben vender en Internet, donde compra el 58% de la población de entre 16 y 74 años según el Instituto Nacional de Estadística. Y la realidad es que solo el 5,8% de las empresas de menos de 10 trabajadores ofrecen sus productos en un e-commerce. Las de más de 10 empleados tampoco lo hacen mucho mejor. El 79,7% no venden en Internet.
Que todos los negocios van a tener que entrar en el mundo online más pronto que tarde es una evidencia. Pero para hacerlo hay que tener una estrategia. La patronal de la pequeña y mediana empresa de Mallorca (PIMEM) lo tiene muy claro: para triunfar en la venta online tienes que ofrecer un producto singular, casi único. El ejemplo es muy simple. Si vendemos un artículo de una marca muy conocida que podemos encontrar en todas las grandes superfícies va a ser imposible ofrecerlo a un mejor precio y con una mejor logística.
El equilibrio entre la venta online y la tradicional
Tener un ecommerce no quiere decir que una tienda física pierda su sentido. Al contrario. La reflexión que hace el presidente de PIMEM, Jordi Mora, es que tiene que haber un equilibrio entre la compra online y la presencial. Es verdad que un producto caro que nos genera dudas tiene más números de comprarse presencialmente mientras que algo barato y de poca importancia se venderá online de forma sencilla. Pero cada canal de venta tiene sus ventajas y particularidades. Comprar desde el sofá es la tendencia y es difícil imaginar algo más cómodo. Pero ir a una tienda física tiene algo que no puede ofrecer un e-commerce: ir a comprar tiene que ser una experiencia con la que pasemos gusto. Mirar, tocar, preguntar, oler… Esa es la verdadera ventaja competitiva de un comercio físico frente al mundo online.
Si cada canal de venta tiene sus ventajas… ¿Por qué renunciar a alguna de ellas pudiéndolas tener todas? Es cierto que se requieren conocimientos para crear una buena web, trabajar su posicionamiento, hacer un e-commerce o crear contenido de calidad. Pero ese conocimiento, ese trabajo, se puede externalizar. Es una inversión. Mayor o menor en función de lo que una pyme necesite o pueda permitirse. Pero el comercio de proximidad tiene que estar ahí. No cabe en ninguna cabeza ignorar un canal en el que compra más de la mitad de la población de entre 16 y 74 años.