El hecho de que tu cliente quede satisfecho con el producto o servicio que le ofreces es lo que va a hacer que tengas un buen negocio. Es una evidencia. Podrás ser muy buen vendedor, pero el cliente será quien decida si vuelve por segunda vez. Partiendo de la base de que lo que ofreces es la razón de ser de tu negocio, existen otros elementos que para bien o para mal pueden llevarte al éxito o pueden hacer que tengas que bajar la persiana más pronto que tarde. Uno de esos elementos es la identidad corporativa, algo que va muchísimo más allá que tener un logo.
La identidad corporativa es la responsable de que el público objetivo sepa que aquello que está viendo es nuestro sin necesidad de firmarlo. Son elementos diferenciadores que en muchos casos pasan por el subconsciente. ¿Imaginas ver un color y asociarlo a una marca? ¿O ver una tipografía y pensar en una tienda? De eso trata la identidad corporativa.
¿Cómo trabajamos una identidad corporativa?
Es un error pensar que con un logotipo ya tenemos una identidad corporativa. Va mucho más allá. No tiene sentido tener un logo con una tipografía moderna de colores fríos si luego tu página web está diseñada con colores cálidos y letras del siglo XIX. La coherencia entre los elementos es lo que hace reconocible la imagen de tu negocio.
Esa identidad tiene que transmitir lo que representas. Tiene que explicar a simple vista como es tu negocio y lograr que el cliente potencial entienda lo que quieres explicar. En unos casos, por ejemplo, interesará más un tono casual y desenfadado mientras que en otros optaremos por un enfoque más serio. No es un tema baladí.
Hay otras condiciones que se deben tener en cuenta. Nuestra imagen tiene que ser sencilla y legible. La tendencia es el famoso “menos es más” ya que si abusamos de los detalles puede que quitemos protagonismos a lo que realmente queremos transmitir. Y por supuesto, todo lo que hagamos debe ser adaptable a todos los formatos. Se tiene que poder visualizar perfectamente en una pantalla pequeña, como la de un smartphone, y en la pantalla más grande que podamos imaginar. También tiene que poder amoldarse a una banner horizontal, a uno vertical y a todos los formatos que pueda hacer falta.
Buscar la excelencia nos llevará al éxito
Dicho todo esto, vamos a terminar recordando algo muy importante. Una buena identidad corporativa va a atraer clientes, hará que facturemos más y en tiempos difíciles puede salvarnos. Ahora bien, si el cliente no encuentra algo que le guste cuando traspase la fachada, de poco servirá. El producto y servicio que ofreces es la razón de ser de tu negocio y tu identidad corporativa hará que lo que ofreces llegue a más gente y de forma correcta.
